Tengo entrañables recuerdos de aquellas «operaciones» patata, huevo ó papel que de forma periódica y normalmente durante la mañana de un sábado, hacíamos por los barrios cercanos a nuestro local y que consistían sencillamente en una petición «puerta a puerta» de los productos señalados para vender, en el caso del papel, y para los campamentos, en el caso de las patatas y de los huevos.

En pequeños grupos de no más de 4 ó 5 personas y con el «soporte» del coche de alguno de los monitores del grupo que recorría las calles encomendadas, llamábamos a los timbres hasta lograr franquear el portal de cada edificio y luego, piso a piso, a las puertas y cuando nos abrían: a contar la misma historia, puerta tras puerta, piso tras piso y portal tras portal (menuda vergüenza las primeras veces, luego ya cogías carrerilla…). Mas vale que en algunas ocasiones se ponían carteles «avisando» en los portales y algunos de los vecinos que nos abrían sus puertas ya sabían a qué veníamos (y probablemente muchos de los que no lo hacían…). A éste respecto la pañoleta y nuestra edad, pues sitúo estos recuerdos entre los 10 y los 13 años aproximadamente, nos amparaban ante lo que pudieran pensar de nosotros.

Y ciertamente, al final del día habíamos vivido una pequeña aventura con múltiples anécdotas que poníamos en común en los corrillos, ya en los locales: Que si a nosotros en una casa nos han metido a la cocina y nos han dado magdalenas, pues a nosotros una señora que nos ha abierto se ha puesto a chillarnos como una loca, a otros les habían reñido un señor por molestar un sábado por la mañana porque se acababa de meter a dormir porque tenía turno de noche y  no son horas para ir molestando… pues a nosotros en un solo piso nos han dado tantos periódicos viejos que hemos tenido que hacer dos viajes…

Recuerdo algunas situaciones con especial intensidad, ya que me abrieron los ojos a ciertas realidades que en aquel entonces para mí eran desconocidas como cuando intentando dar pena para que nos dieran algo nos contestaban en alguna casa que estaban en el paro y que no podían darnos nada ó aquellas casas donde había gente malhumorada que nos reñía sólo por llamar… y es que llamando a tantas puertas podías llegar a entrever y descubrir que había muy distintas situaciones, personas y personalidades.

Pero en general concluíamos con éxito las operaciones (huevo y patata al llegar al objetivo marcado para los campamentos, la operación papel acababa a final de la mañana, pues el papel se llevaba a unos traperos y se vendía a peso)

Otra forma de financiarse han sido los sorteos y la venta de felicitaciones navideñas, en los 60s-70s. Aquí tenemos un sorteo a lo grande, nada más y nada menos que un coche, un Mini Morris 850 como se puede ver en éste boleto de más abajo del año 1965 de la 6ª Tropa de Pamplona.La imagen tiene un atributo ALT vacío; su nombre de archivo es SORTEO-6a-TROPA-1965-1024x456.jpg

Y alguno sorteo más modesto, como los de la Vª Tropa de la clásica cesta de Navidad:

Otro clásico en los años 60s eran las felicitaciones navideñas:

Felicitación navideña 1967

Y dando un salto de muchos años, aquellos sorteos que se organizaban a nivel de Delegación a comienzos y mitad de los 90s en los que se sorteaban cestas de navidad y material de montaña. En éstos sorteos solían participar casi todos los grupos y llegaron a ser una notable fuente de ingresos…